Somos criaturas microscópicas ante las señales de misterio; un misterio llamado Dios.
Nuestras plegarias, aunque milenarias, esta vez corren aladas y son brisas atormentadas de inclemente dolor; mas, sigue el arco iris ufanado, sus colores, remantes inocuos de organismos de vida subsanan nuestros temores, con un sol que aún es maravilla de la amenazante lluvia, el frío y el calor.
Todavía veo tus encantos al caminar; mis ojos otoñales que en el umbral van dejando el escenario, mientras paseas, pretendida, hermosa, en este llamado invierno, con tu risa de cascadas y tu boquita de rosa...
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