Todos somos peregrinos,
no importa que en tu camino
no lleves el desatino de una
cruz a tus espaldas,
ni procesión que respalda
este ingente caminar;
caminas sólo al umbral
de la luz de tu destino,
pues andas detrás, como
espinas entre las flores,
del cascabel hiriente de
aquellos besos de amores...
Nubarrones oscuros que
asechan con denuedo van
marcando el horizonte;
los ves en tus sueños y tu
norte, causantes de tus
desvelos.
Mientras más caminas,
más lejos la ansiada loma,
donde allí parece se ancla
el aroma que motivó el
trajinar; y caminas, peregrinas,
entre rosas con espinas para
reír y llorar...