¡Hasta de la llanura se cansa el ser!;
le inquieta el sopor,
el tiempo;
quisiera un amanecer en cierta
loma escarpada, empinada,
amores entre miradas donde siempre
sople el viento;
¡Hasta el vino da calor!,
algún beso que empalaga;
es mejor, no digas nada,
ni repitas andanadas que
hartan ya de rigor;
dame de ti lo callado,
déjame sentir tu lado
como el rocío a la flor;
Caminando en los riachuelos
de altura y profundidades,
contemplo mis vanidades
mandarle su canto al llano,
entre raíces,
bondades;
Camino en los cuatro vientos,
sin luces y con arenazos;
me siento amigo del cactus
que florece en su maleza,
recordando con tristeza
callejones de cemento,
donde el silencio es tormento,
trizas de vicios,
bagazos...
Y camino...
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