Maestra, maestro;
levantabas tu vara
que no era espectro,
maldad;
era bondad acendrada,
profilaxis de los trillos,
entre el camino y el brillo
de una vida acrisolada.
Eras sobria hasta en tus
tratos,
tu rostro no fue el retrato
que ensombrece el maquillar;
hermosa sonrisa de angel
antes de tu adustez a umbral;
manos que al acariciar
llevan la callosidad del lápiz,
la templanza,
la tiza,
que a las mías tizna y desliza,
envueltas entre la prisa
de recibir tu enseñanza...
levantabas tu vara
que no era espectro,
maldad;
era bondad acendrada,
profilaxis de los trillos,
entre el camino y el brillo
de una vida acrisolada.
Eras sobria hasta en tus
tratos,
tu rostro no fue el retrato
que ensombrece el maquillar;
hermosa sonrisa de angel
antes de tu adustez a umbral;
manos que al acariciar
llevan la callosidad del lápiz,
la templanza,
la tiza,
que a las mías tizna y desliza,
envueltas entre la prisa
de recibir tu enseñanza...
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