Sí, trunca, por otras libertades. La de matar, robar, violar, engaños aviesos; coloquio de tecnicismos legales con los dueños de las calles, donde, y no es percepción, te impiden disfrutar un ambiente sano y con seguridad.
Fines de semanas largos entre el entusiasmo y el riesgo, cuando, por la muchedumbre despierta, quizás, es menor la intención delictiva en cabezas aturdidas de alcohol y droga.
Realidad axiomática, que es la droga, su comercialización y, sobre todo, su consumo, la madre de nuestras dolencias, apadrinadas, claro está, por la élite burguesa y conocido imperio interesados en aletargar las naciones y sus hombres con el látigo del partidismo corrupto; que ya no les hablan a las familias de aspirar al abogado, ingeniero, médico, sacerdote, militar de honor, a cambio de comités, circunscripciones, parcelas de poder, analfabeta(s) por demás, parideras de funcionarios infuncionales, senadores, diputados, regidores, ministros y vice-ministros, con ínfulas de pavos reales, que exhiben todo, menos las patas.
Entre el temor a la calle y mi letargo de hogar, me paro de la mecedora, del sillón de leer a la nevera, tomo un trago de agua como única opción ante el sofocante calor; del sillón a la cama, y mi mirada se encuentra entre el oasis de aguas frescas en las miradas de l@s hij@s y niet@s de la repisa atiborrada de fotos...
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