Sol candente de domingo, amarillo, resplandeciente, recargado por la lluvia; me recuerda tu mirada, calles en cierne y trillos; tienen tus ojos un brillo y no es el sol de primavera ni la lluvia que no es tormenta, es el trigal de tus trenzas, allá, en el trasiego furtivo; sí, en esas escorrentías, allí te sentí muy mía junto a las aguas, los truenos, y este sol que es como sueño, entre despierta, dormida...
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