domingo, 20 de marzo de 2016

DE MIS MEMORIAS SERPENTINAS...

Trajeado y con chalina de la época, aún no sabe por qué le molesta el agrado de la madre al vestirle de ´´doctor´´, pues la influencia caporal de un padre con grueso atuendo de fajina todavía ralla en su corazón; se disgusta en pleno siglo XXI de como de deslumbra la gente cuando llega alguien trajeado a una oficina, con una pseudo diputación y/o licenciatura, aunque vacío de recato moral y profesional. Nunca se desmontó del caballo que ancestralmente lo fue llevando a la ´´civilización´´, donde contrastó con el nuevo orden, y se sentía como un perro realengo que, solo, le ladraba a la luna; sus hij@s a quienes adora con reservas, pues refunfuña que en sus tratos no coinciden ni sus fondos ni sus formas; sus hij@s no son sus hij@s, son propios de una generación divorciada de sus sentimientos; son el producto de la tierra que recicla al ser humano, en forma degradada, desde los confines de la existencia, como aprecia Joaquìn Balaguer, en Memorias de un Cortesano de la Era de Trujillo; los hij@s son propiedad de la informática y sus matices de negatividad. Mientras su padre reposa ya añoso en su tumba, su madre, senil, dejó de ser la compañía de un hijo de su carácter, enemigo del fiambre y de historias repetidas, pues ella lo hacía desde muy joven y él no cree que lo siga haciendo por vieja; enemigo por demás de una sociedad transculturizada y soez, que día a día y con misteriosa impronta, lo fue dejando solo...

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