viernes, 12 de septiembre de 2014

JOSÈ DEL CASTILLO SAVIÑÒN: el perfil de un senador exótico...

Barahona, mi pueblo azul, quizás por su posición bahía-peninsular, de un mar que, al Este, retrata la hondonada de la perla del Sur, divisada desde lo alto de ´´Los Blanquizales´´, zona de un hermoso panorama agreste que nos enseña en su ala Norte al ´´Curro´´ o Pico ´´Martìn Garcìa´´; ha sido el atractivo del forastero que aquieta sus pasos, como dijera el poeta Tomàs Morel, para ahondar raìces.

Barahona, rincòn hermoso del paìs, de un Sur no profundo, mas bien esquinero, que desde sus simientes, recibiò con atabales, mangulina y carabinè, a aquellos personajes soñados y reales de los primeros barcos que surcaron nuestro puerto.

San Juan de la Maguana nos aporta la familia Suero, hoy dueños del Barahona solemne que nos habla de raìces; los Ramìrez, los Pineda, etc. Azua de la Compostela nos lleva a los Matos, los Fèliz, los Cueva, entre otros, en sus afanes de encontrar las aguas de ese Yaque serpentino y compartir el poder polìtico, cuando el general Josè Dolores Matos fue nuestro gobernador, despuès de serlo en Azua. De esa sitierìa tambièn proviene el gobernador Braudilio Fèliz, general de la montonera, quien cabalgò con el restaurador, general Rafael Matos (Falè), en la època en que los Deñò, originarios españoles, junto con los Mota, canarios, se aunaron a Josè Dolores y adquirieron las tres cuartas partes de los terrenos de esa zona maderera que convirtieron en urbe, donde tambièn brillaron sus sables el general Alejandro Deñò, gobernador para 1903, y el general Carlos Alberto Mota, brillante restaurador, luego partidario de la franja azul de Luperòn.

En tiempos contemporàneos, pues debemos aterrizar, y no quitarle solemnidad ni honor a quien honor merece, el sancristobalense, Dr. Rafael Adriano Uribe Silva, tambièn fue nuestro gobernador, en una coyuntura en que Barahona necesitò del caràcter vertical y la pericia de ese hombre singular de la cola trujillista y bastiòn del balaguerismo como presidente ´´eterno´´ del Senado de la Repùblica.

Luciano Martìnez Persia, de Puerto Plata, amigo del suscrito, mereciò en una ocasiòn la curul de senador, 1986-1990, acogido por un Barahona que supo agradecer sus aportes de mèdico altruista en una comunidad de carencias.

La sociedad Centro Sirio Libanès, mantuvo a Barahona con el estatus de pueblo, que, aunque algunos miraban con ojerizas al blanco forastero dueño de medios de producciòn en la tierra renegrida de Guarocuya, se contuvo la emigración que por cultura lleva a cuesta el barahonero que invierte en otros horizontes sin detenerse, no importa la nostalgia. Los Melgen, los Khoury, los Lama, los Hasuri, como Nadìn J. Hasuri, insigne hombre del deporte; junto con nacionales chinos, le dieron al pueblo vida y glamour y marcaron allì la vía del desarrollo, antes de partir, dejándonos solos, mal manejando la polìtica ritual de la democracia como mito ideològico, el comercio y las empresas en la reguera, casas desvencijadas e instituciones heladas y marcadas por el tiempo.

El joven Del Castillo Saviñòn, nos lleva a una mirada retrospectiva con su brillante aporte a la juventud, sobre todo, al combate del desempleo y a un programa de desarrollo comunitario que, cuan màquina del tiempo, nos recuerda la etapa dorada de los que llegaron en las primeras embarcaciones cargados de piraguas que se encantaron de nuestra belleza prodigiosa. ¡Bienvenido a Barahona el joven Josè Del Castillo Saviñòn, en hora buena!!!!.

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