¡Oh señor de los cielos, Jehovà de los ejércitos y luces, en tu hijo Jesús ya puse mis sueños tristes, marchitos; Él ya cambiará de sitio insinuaciones del diablo, pues tiene la verdad un vocablo de poder inigualable; ningún sueño que me hable ni de cruces ni de ermitas, pues mi alegría no se quita estando siempre a tu lado...!. ¡Que sea el otoño flamante que nos traiga tus cantares, con la música incesante del viento que me enamora, mis sueños, quedos al crepúsculo, mi despertar con aurora...!!!!.
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