Ya eran convulsos los tiempos sin que Napoleòn Bonaparte iniciara su intenciòn de dominio mundial, lo que en parte lograra frente al poder español, enemigo natural de Francia, y de adoptar a Roma, por ser cuna se cèsares y primer imperio ancestral, con la utilizaciòn de un còdigo esclavista y machista, que aùn subsiste, hasta en las màs insignificantes porciones terrenales hemisfèricas.
Ya existìan los dinosaurios, cuando se habla peyorativamente de los hombres que impulsaron el crecimiento junto con el desarrollo, en naciones que, por su alto contenido de civilizaciòn e historia, ``debían `` ser destruìdas por otro u otros ya no dinosaurios, segùn la mentalidad de un desquiciado mental, Adolf Hitller, quien, junto con los remanentes de la ``Santa`` Inquisiciòn Catòlica, entendieron que ya estaba bueno de luces, que Alemania Nazi impondrìa sus sombras para entonces crear hegemonía frente a Rusia, Inglaterra y conquistar imperios que como los Estados Unidos, conservaba reservas històricas con su independencia de los ingleses, y como coadyuvante de una guerra civil española que ratificaba sus fuerzas frente al ojo avizor francès. (Segunda Guerra Mundial, conflicto militar global, 1939-1945).
¿Por què devinieron holocaustos no tan convencionales, los cuales trajeron consigo otras maneras màs tècnicas y asesinas de exterminio, como el que experimentò Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki, sitierìas de Japòn, cuya única potencia radica en sus luchas libertarias obligadas frente a otras potencias, trabajo y valor espartano militar...?.
Los dinosaurios lo estaban haciendo mejor, si tomamos en cuenta que, hasta en Amèrica Latina, la institucionalidad y el desarrollo se iban haciendo presentes paso a paso, y, que uno de ellos, analfabeta, agreste y a su modo, pero con prìstina presencia, echò hacia adelante el progreso de la gran urbe venezolana, concentrando en sus manos el poder econòmico y militar, negociando su petròleo, bien o mal, pero erradicado de los terratenientes capitalistas y corruptos que por muchos años representaron la burguesìa de esa naciòn andina. Juan Vicente Gòmez, nacido en la comùn de La Mulera, jurisdicción del ``Condado`` de Tàchira, a su muerte, soltó de sus manos, pero solo de las suyas, las riquezas aùn vigentes de un Estado de preeminencia incomensurable .
El dinosaurio Simòn Bolivar doblegò parte del poder europeo, sobre todo, esas satrapìas españolas, y un gran nùmero de naciones, centro, Sur y latino americanas, comenzaron a experimentar el pàlpito de la libertad y el sentir romàntico de Patria, arrancàndola de raìz de las potencias colonizadoras que quisieron hacernos creer que eramos sus hijos. Entonces hubo otra fragancia, y fue sentir la Patria como el suelo que nos vio nacer, manchado o no, conquistado o no, pero con mares o fronteras que nos señalan de què lado està la dignidad y el decoro.
Màximo Gòmez, de ascendencia española muy cercana, tuvo que pelear con creces con los españoles para salvar la dignidad de los màs pobres en Cuba. ¡Tremendo dinosaurio...!, como lo fue Antonio Duvergè, descendiente francès, quien acremente combatiò al enemigo haitiano a favor de la causa dominicana, con la ojeriza de Pedro Santana, dejando de lado la protecciòn que su patria de origen dispensara a la primera naciòn latinoamericana en independizarse, precisamente de la misma Francia. ¡Irònica la historia...!!.
Pero, conocì dinosaurios màs recientes, aquellos que entran dentro de la marginalidad con que hasta ahora se ha tratado al hombre comùn, aunque eran dones, no porque descendìan de algùn tìtulo nobiliario, sino por sus hombrías de bien. Recuerdo en los albores de los años sesenta a personajes de mi Sur agreste, Barahona, en tiempos de la sobriedad del trabajo honrado, la satisfacción del dìa a dìa, las miradas simples pero autoritarias de hombres como Blanco Lòpez, de El Peñòn, Sisoi y Chichì Segura, en Fundaciòn; me cuentan de Fèlix y Lolo Matos, Eliseo Lòpez, Alejandro De la Paz, mi abuelo Nèstor Nin, mi bisabuelo Ramòn Batista, en Jaquimeyes; y veo entre fotos y retratos, las miradas cautivantes de mis ancestros Gòmez, que, màs que emular sus creencias y raìces propios de un cetro español, reflejan las miradas de los caciques nativos, los que, sin miedo y aguerridos, murieron por su libertad...
¿Por què se esfumaron nuestros dinosaurios contemporàneos, si solo usaron machetes y uno que otros sablesitos entre sus oficialidades?. Sus plumas y sus pilares sostienen la libertad y el trabajo tesonero, cuando combatieron con fuego, con decoro y dignidad...
Y es que hoy se menciona despectivamente la palabra dinosaurio, como propia de personajes que pasaron de moda en polìtica, quizàs, o sin ella, por ser hombres de actitudes correctas, de bajo perfil, institucionalistas y alejados de las reglas de juego que conspiran con la salud de la Patria. Muchos han muerto, otros viven, para honra de sus familias. Recuerdo uno que agraciadamente vive, mi profesor Josè Joaquìn Bidò Medina (Chichì), antìguo rector de la UASD, ``Chuchù`` De la Cruz, un otrora escolta militar de Juan Bosch y posteriormente de Francisco A. Caamaño, luego ocupò la Direcciòn General de Embellecimiento, en el primer gobierno del PLD., fallecido; mi profesor Dato Pagàn Perdomo, autodidacta, antropòlogo, geògrafo, humanista; luchador antitrujillista, fallecido; mi amigo incondicional Florentino Carvajal Suero, humilde, decente e impoluto; regidor, diputado, senador por màs de treinta años y presidente en dos ocasiones de la Càmara Alta, vivo aùn gracias a Dios; mi profesor Dario Solano, hombre de ciencia, filòsofo, consagrado a la enseñanza, sobrio y humilde, ido a destiempo. De mi pueblo, Barahona, don Virgilio Pelàez, Domìnico Nin, Ana Deisy Ventura Gòmez, doña Pirula Ramìrez, Orelbis Fèliz, Luis Arias Michel, entre otros, màs que profesores, maestros de escuelas; y un tesoro que aùn conserva la vida para gloria de Dios y los suyos, del magisterio de antaño, ya encorvada, de pelo nevado, temblorosa y de vista nublada por los años; està ahì todavìa recostada en su silla de guano, en una esquina de su escuelita del monte, allà, en Los Blanquizales, mi maestra, Josefita Matos Nin.
Ya no existe Juan Bosch, patriota sobrio de raìces humanistas, exquisito escritor que con su pluma creò su liderazgo y, con su liderazgo, fue un gran hacedor de partidos de masas y de cuadros, por lo menos, dotados de las mejores intenciones. Ya no existe Josè Francisco Peña Gòmez, ejemplo de dignidad sin par, de un liderazgo natural que emerge de las cenizas; remanente de sangre esclava que se impuso a sus verdugos, que dio clase de decencia, humildad, pero tambièn de grandeza en su propia luz...
Y Joaquìn Balaguer... ¿por què no?. Tampoco volverà un dinosaurio asì, calladito, licencioso, a veces cruel, gato malo, pero sobrio, trabajador, triturador de cadenas y rompedor de aureolas, como dice Josè Maria Vargas Vila; manejador de coyunturas, gobernante aunque sea ``reguindao``, ademàs de guardador de apariencias, austero, no importa lo sea èl solo, protocolar y equilibrista en la conservaciòn del Estado, de un Estado que hoy se nos escapa...
¡Se fueron los dinosaurios y nos dejaron entre perros y gatos...!!.
Ya existìan los dinosaurios, cuando se habla peyorativamente de los hombres que impulsaron el crecimiento junto con el desarrollo, en naciones que, por su alto contenido de civilizaciòn e historia, ``debían `` ser destruìdas por otro u otros ya no dinosaurios, segùn la mentalidad de un desquiciado mental, Adolf Hitller, quien, junto con los remanentes de la ``Santa`` Inquisiciòn Catòlica, entendieron que ya estaba bueno de luces, que Alemania Nazi impondrìa sus sombras para entonces crear hegemonía frente a Rusia, Inglaterra y conquistar imperios que como los Estados Unidos, conservaba reservas històricas con su independencia de los ingleses, y como coadyuvante de una guerra civil española que ratificaba sus fuerzas frente al ojo avizor francès. (Segunda Guerra Mundial, conflicto militar global, 1939-1945).
¿Por què devinieron holocaustos no tan convencionales, los cuales trajeron consigo otras maneras màs tècnicas y asesinas de exterminio, como el que experimentò Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki, sitierìas de Japòn, cuya única potencia radica en sus luchas libertarias obligadas frente a otras potencias, trabajo y valor espartano militar...?.
Los dinosaurios lo estaban haciendo mejor, si tomamos en cuenta que, hasta en Amèrica Latina, la institucionalidad y el desarrollo se iban haciendo presentes paso a paso, y, que uno de ellos, analfabeta, agreste y a su modo, pero con prìstina presencia, echò hacia adelante el progreso de la gran urbe venezolana, concentrando en sus manos el poder econòmico y militar, negociando su petròleo, bien o mal, pero erradicado de los terratenientes capitalistas y corruptos que por muchos años representaron la burguesìa de esa naciòn andina. Juan Vicente Gòmez, nacido en la comùn de La Mulera, jurisdicción del ``Condado`` de Tàchira, a su muerte, soltó de sus manos, pero solo de las suyas, las riquezas aùn vigentes de un Estado de preeminencia incomensurable .
El dinosaurio Simòn Bolivar doblegò parte del poder europeo, sobre todo, esas satrapìas españolas, y un gran nùmero de naciones, centro, Sur y latino americanas, comenzaron a experimentar el pàlpito de la libertad y el sentir romàntico de Patria, arrancàndola de raìz de las potencias colonizadoras que quisieron hacernos creer que eramos sus hijos. Entonces hubo otra fragancia, y fue sentir la Patria como el suelo que nos vio nacer, manchado o no, conquistado o no, pero con mares o fronteras que nos señalan de què lado està la dignidad y el decoro.
Màximo Gòmez, de ascendencia española muy cercana, tuvo que pelear con creces con los españoles para salvar la dignidad de los màs pobres en Cuba. ¡Tremendo dinosaurio...!, como lo fue Antonio Duvergè, descendiente francès, quien acremente combatiò al enemigo haitiano a favor de la causa dominicana, con la ojeriza de Pedro Santana, dejando de lado la protecciòn que su patria de origen dispensara a la primera naciòn latinoamericana en independizarse, precisamente de la misma Francia. ¡Irònica la historia...!!.
Pero, conocì dinosaurios màs recientes, aquellos que entran dentro de la marginalidad con que hasta ahora se ha tratado al hombre comùn, aunque eran dones, no porque descendìan de algùn tìtulo nobiliario, sino por sus hombrías de bien. Recuerdo en los albores de los años sesenta a personajes de mi Sur agreste, Barahona, en tiempos de la sobriedad del trabajo honrado, la satisfacción del dìa a dìa, las miradas simples pero autoritarias de hombres como Blanco Lòpez, de El Peñòn, Sisoi y Chichì Segura, en Fundaciòn; me cuentan de Fèlix y Lolo Matos, Eliseo Lòpez, Alejandro De la Paz, mi abuelo Nèstor Nin, mi bisabuelo Ramòn Batista, en Jaquimeyes; y veo entre fotos y retratos, las miradas cautivantes de mis ancestros Gòmez, que, màs que emular sus creencias y raìces propios de un cetro español, reflejan las miradas de los caciques nativos, los que, sin miedo y aguerridos, murieron por su libertad...
¿Por què se esfumaron nuestros dinosaurios contemporàneos, si solo usaron machetes y uno que otros sablesitos entre sus oficialidades?. Sus plumas y sus pilares sostienen la libertad y el trabajo tesonero, cuando combatieron con fuego, con decoro y dignidad...
Y es que hoy se menciona despectivamente la palabra dinosaurio, como propia de personajes que pasaron de moda en polìtica, quizàs, o sin ella, por ser hombres de actitudes correctas, de bajo perfil, institucionalistas y alejados de las reglas de juego que conspiran con la salud de la Patria. Muchos han muerto, otros viven, para honra de sus familias. Recuerdo uno que agraciadamente vive, mi profesor Josè Joaquìn Bidò Medina (Chichì), antìguo rector de la UASD, ``Chuchù`` De la Cruz, un otrora escolta militar de Juan Bosch y posteriormente de Francisco A. Caamaño, luego ocupò la Direcciòn General de Embellecimiento, en el primer gobierno del PLD., fallecido; mi profesor Dato Pagàn Perdomo, autodidacta, antropòlogo, geògrafo, humanista; luchador antitrujillista, fallecido; mi amigo incondicional Florentino Carvajal Suero, humilde, decente e impoluto; regidor, diputado, senador por màs de treinta años y presidente en dos ocasiones de la Càmara Alta, vivo aùn gracias a Dios; mi profesor Dario Solano, hombre de ciencia, filòsofo, consagrado a la enseñanza, sobrio y humilde, ido a destiempo. De mi pueblo, Barahona, don Virgilio Pelàez, Domìnico Nin, Ana Deisy Ventura Gòmez, doña Pirula Ramìrez, Orelbis Fèliz, Luis Arias Michel, entre otros, màs que profesores, maestros de escuelas; y un tesoro que aùn conserva la vida para gloria de Dios y los suyos, del magisterio de antaño, ya encorvada, de pelo nevado, temblorosa y de vista nublada por los años; està ahì todavìa recostada en su silla de guano, en una esquina de su escuelita del monte, allà, en Los Blanquizales, mi maestra, Josefita Matos Nin.
Ya no existe Juan Bosch, patriota sobrio de raìces humanistas, exquisito escritor que con su pluma creò su liderazgo y, con su liderazgo, fue un gran hacedor de partidos de masas y de cuadros, por lo menos, dotados de las mejores intenciones. Ya no existe Josè Francisco Peña Gòmez, ejemplo de dignidad sin par, de un liderazgo natural que emerge de las cenizas; remanente de sangre esclava que se impuso a sus verdugos, que dio clase de decencia, humildad, pero tambièn de grandeza en su propia luz...
Y Joaquìn Balaguer... ¿por què no?. Tampoco volverà un dinosaurio asì, calladito, licencioso, a veces cruel, gato malo, pero sobrio, trabajador, triturador de cadenas y rompedor de aureolas, como dice Josè Maria Vargas Vila; manejador de coyunturas, gobernante aunque sea ``reguindao``, ademàs de guardador de apariencias, austero, no importa lo sea èl solo, protocolar y equilibrista en la conservaciòn del Estado, de un Estado que hoy se nos escapa...
¡Se fueron los dinosaurios y nos dejaron entre perros y gatos...!!.
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