No se sabe cuál de estas tres P le ha hecho más daños a la humanidad desde los confines de la historia. Podemos decir que el Estado como institución siempre ha existido, incluso mucho antes de que se le diera formalidad jurídica a manera de organización civilizada. El Estado siempre existiò donde quiera que surgieron modos de jerarquías y poder entre sociedades nacientes y tribales. Todo grupo o persona que por circunstancias encontradas haya demostrado màs fuerzas y vilezas para sostener un poder, se convirtiò en Estado.
Ahora bien, el Estado en su simiente empírica en principio, consuetudinaria despuès, aunque hoy jurídica, comenzò a adoptar el concepto Patria en alusión al paternalismo dominante y al mantenimiento de esa conquistada pràctica que se fue haciendo costumbre en los conglomerados humanos.
¿Què nos hace cambiar la Patria por el Poder...?. Los intereses, sobre todo econòmicos, y las incidencias que sobre ellos puedan tener grupos foráneos. Entonces se apela a la acepción Patria como ``ideal``, para crear sentimientos, adhesiones, y medrar, aportando para ello la sangre de los màs incautos. Llega un momento en que la palabra Patria es abstracta, denotándose el concepto Poder y, con el Poder, emprendiendo el camino hacia la Polìtica, definida por Carlos Marx, como el motor de la historia, en la medida en que su producto econòmico constituye finalmente la transformaciòn de una sociedad en sus estudios y fases. Termina la Cita.
¡Cuanto daño se ha producido en el mundo con las tres palabras: Patria, Poder y Política!.
La primera implica un paternalismo impuesto por el poder y la posesión de los medios de producciòn. Un paternalismo implícito en el amor o afecto al suelo donde se nace. ´´Mi tierra´´, ´´mis lares´´, ´´soy pez de esa agua´´, etc., es decir, tèrminos que màs bien aportan al concepto Naciòn. La segunda, la fuerza, la aureola con que se inviste al patriarca y sus paniaguados, àulicos o acólitos, con capacidad de incidir pecuniaria y sumariamente y, no precisamente, a favor de las mayorìas. La tercera es el injerto maldito desprendido del Poder, con miras a canalizar, en una especie de sindicalizaciòn y hasta hacer monopolio de las decisiones que mas bien deben ser tomadas por los màs sensatos, por los diligentes padres de familias y honrados trabajadores. La Polìtica desvía lo que debe ser por lo que es, y aplica en el devenir anacrónico del Estado, la desinstitucionalizaciòn en procura de proselitismo y adeptos, la subcultura, la inversión de valores, etc., porque precisamente, la lucha política no siempre es a favor de la soberanía y majestad de los pueblos.
Ahora bien, el Estado en su simiente empírica en principio, consuetudinaria despuès, aunque hoy jurídica, comenzò a adoptar el concepto Patria en alusión al paternalismo dominante y al mantenimiento de esa conquistada pràctica que se fue haciendo costumbre en los conglomerados humanos.
¿Què nos hace cambiar la Patria por el Poder...?. Los intereses, sobre todo econòmicos, y las incidencias que sobre ellos puedan tener grupos foráneos. Entonces se apela a la acepción Patria como ``ideal``, para crear sentimientos, adhesiones, y medrar, aportando para ello la sangre de los màs incautos. Llega un momento en que la palabra Patria es abstracta, denotándose el concepto Poder y, con el Poder, emprendiendo el camino hacia la Polìtica, definida por Carlos Marx, como el motor de la historia, en la medida en que su producto econòmico constituye finalmente la transformaciòn de una sociedad en sus estudios y fases. Termina la Cita.
¡Cuanto daño se ha producido en el mundo con las tres palabras: Patria, Poder y Política!.
La primera implica un paternalismo impuesto por el poder y la posesión de los medios de producciòn. Un paternalismo implícito en el amor o afecto al suelo donde se nace. ´´Mi tierra´´, ´´mis lares´´, ´´soy pez de esa agua´´, etc., es decir, tèrminos que màs bien aportan al concepto Naciòn. La segunda, la fuerza, la aureola con que se inviste al patriarca y sus paniaguados, àulicos o acólitos, con capacidad de incidir pecuniaria y sumariamente y, no precisamente, a favor de las mayorìas. La tercera es el injerto maldito desprendido del Poder, con miras a canalizar, en una especie de sindicalizaciòn y hasta hacer monopolio de las decisiones que mas bien deben ser tomadas por los màs sensatos, por los diligentes padres de familias y honrados trabajadores. La Polìtica desvía lo que debe ser por lo que es, y aplica en el devenir anacrónico del Estado, la desinstitucionalizaciòn en procura de proselitismo y adeptos, la subcultura, la inversión de valores, etc., porque precisamente, la lucha política no siempre es a favor de la soberanía y majestad de los pueblos.
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