jueves, 28 de enero de 2021

DE EMBAJADORES CUNDANGOS, ENTRE OTRAS COSAS...

 ¡Ya no sorprende!,

pues se había marcado el hito

en un pasado reciente,

la inmoral, cuan insolente,

crimen de lesa natura,

nos echan lodo, inclementes,

todo tipo de basura.


Se marcha la embajadora

de una gracia tal cual Eva,

de sonrisa amplia, hembra,

que baila como Ysadora;

ella sembró ética y canto,

saboreamos el encanto

de una diplomacia plena,

dulce y pura,

nos enamoramos de ella...


Amagues nunca faltaron,

siempre nos amenazaron

como a países de mierda,

no sólo el loco de ayer,

quieren poner de revés

nuestras costumbres añejas;


No se escucha ya el merengue,

cada día más se aleja,

ni se estudia nuestra historia,

los que llenaron de gloria

la majestad del Estado,

el dembow, acaramelado,

así como un tal ´´teteo´´,

lo bailan hasta las viejas;


¡Fortaleza soberana!,

respetarnos,

es lo que necesitamos,

ahí radica mi queja...

viernes, 15 de enero de 2021

¡ESCEPTICISMO!, VIDA AL FIN...

 Desde la misma hendija observo un tiempo ya transcurrido que va y viene, parece alejarse a su destino, pero, patina, es sólo una máquina que de antemanos sabe hasta dónde te encamina, se amotina, nomás observa y te entretiene.

¡Mentira!, toda una farsa en su amanecer y anochecer; migajas de placer tan breves como la estadía del ruiseñor que se espanta ante cualquier movimiento, sonido, cuando el ave que en su nido se alerta, corre tras sentir temor; la montaña mira lenta y con misterio, ciguas palmeras que cantan con chillidos de alabanzas a la vida, en cielo, que te conquista y encanta con lo que llaman amor.

¡Mentira el amanecer!, los amores peregrinos, placeres que en el camino ven siempre el atardecer; ¡mentira!, ¡mentira, oh mujer!, pues ya lo sabía la lluvia y hasta el eco de las cuevas, la rana en su desvarío, con el serpentear del rio, dudaron de tu querer...

lunes, 11 de enero de 2021

¡HOY, 11 DE ENERO!, EL ÚLTIMO BESO, MAMÁ...


Desandabas entre las reparticiones estructurales de la vieja casa sin que necesariamente mis sueños perturbaras; sólo soñaba, ocultabas tu sonrisa con árboles verdes, otros secos, que sembrabas y mojabas, hasta que me salpicabas de tus improntas; a tientas, me tocabas haciéndome despertar; sentir tu voz ya ronca de ancianidad, tu respiración que viene y va, invitándome entonces a saltar...


¡Mamá, ¡Mamá!, te estreché con ansiedad y sentí tu último aliento, con dolor, avieso, ardiente en llamas, partiendo de allí ese beso inclemente que aún me destroza el alma...


¡Que estés con Dios, madre amada!.