Cambias la indumentaria, pero no tu corazón; cambiar, cambiar... como caracola de la mar que se mueve, cargando en su mutación el mismo ser. A veces nos ocultamos del sol con solo poner un dedo, y, aunque no lo hagamos saber, nuestra vida se ensombrece; insistimos con denuedo olvidar nuestro pasado, llevando el fardo pesado de unos besos no marchitos, podrás de golpe y porrazo a hurtadillas esconderte, pero jamás sorprenderte que es amor, no pesadilla; volverías, a escondidillas, con locura, y complacerte...
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