Aùn no llega el crepùsculo
de tu fructìfera vida,
aunque parece lejos,
no olvidas,
el canto de mi Barahona opùsculo;
el cerro de Santa Elena,
el olor al pan que en leña
se ofrecìa al vecindario,
eran tiempos legendarios
y las noches eran plenas...
Naciste en la luna llena,
pues es tu vida bonita,
desde siempre,
no marchita,
llevas el encanto altruista que sostiene;
buena madre,
buena hija
y hermosura que conquista...
Parece lejano el tiempo
y negarlo es egoísmo,
porque siempre vas al ritmo
de la mujer de mi Sur,
sin asomo de espejismos,
ni tormentosas vanaglorias;
¡si son bellas Anacaona
camino hacia el Mar azul...!.
Que en los años por venir
disfrutes acompañada,
con esa madre adorada,
hijos y nietos queridos,
y que en ti vean el abrigo
de esa vida tan sutil...
de tu fructìfera vida,
aunque parece lejos,
no olvidas,
el canto de mi Barahona opùsculo;
el cerro de Santa Elena,
el olor al pan que en leña
se ofrecìa al vecindario,
eran tiempos legendarios
y las noches eran plenas...
Naciste en la luna llena,
pues es tu vida bonita,
desde siempre,
no marchita,
llevas el encanto altruista que sostiene;
buena madre,
buena hija
y hermosura que conquista...
Parece lejano el tiempo
y negarlo es egoísmo,
porque siempre vas al ritmo
de la mujer de mi Sur,
sin asomo de espejismos,
ni tormentosas vanaglorias;
¡si son bellas Anacaona
camino hacia el Mar azul...!.
Que en los años por venir
disfrutes acompañada,
con esa madre adorada,
hijos y nietos queridos,
y que en ti vean el abrigo
de esa vida tan sutil...
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