Este escrito no es una negaciòn al deber que debe asumir la naciòn haitiana de organizarse y constituirse en un verdadero Estado. Sobre todo, si tomamos en cuenta que desde su independencia (1803-1804), Haitì se ha concentrado en dos clases, alta y baja, y esta ùltima, dentro su terruño conserva los vestigios de la esclavitud, vìctimas de sus propios consanguìneos enquistados en un poder polìtico, pero, mas bien econòmico, quienes los obligaron a llevar sobre sus mojadas espaldas las rocas que amurallaron el palacio del rey y del emperador, Cristobal y Petiòn...
Me duele el pueblo haitiano porque precisamente sus vìctimas son los que ponen sus pies renegridos en nuestro lado, cruzando una maldita frontera llena de tratados y de sangre. Con niños haitianos juguè a las canicas con semillas del mate, cuando en los tiempos de la industria nacional azucarera eran contratados sus padres para cortar la caña. Hoy llegan en peores condiciones, ilegales, para pagarles menos, beneficiándose con esa ilegalidad polìticos y militares; aquellos que se ufanan de una infraestructura manchada de insalubridad patriòtica.
¿Por què esta vez tenga la ley que ser retroactiva?.
¿Por què no reivindican a Trujillo y ``El Corte``, quien por lo menos arrancò de raìz la flor antes que estrujar su dignidad?.
¿Por què no se van màs atràs, y le quitan el brillo a la primera espada de la llamada restauraciòn de la Repùblica, sì, a Gregorio Luperòn, hijo de la haitiana Nicolasa Duperòn (con D), a Ulises Hereaux Leberth, hijo del haitiano Daxa Hereaux, marino mercante, y de la ex esclava Josefa Leberth, de la colonia francesa, y a todos los que de una manera u otra buscaron el favor haitiano, con el aval de Francia, para combatir a los españoles...?.
¡Cuidado señores de la Junta Central Electoral y del Tribunal Superior Electoral y Tribunal Constitucional, y otras instancias jurìdicas del Estado, que entre ustedes hay un pasado no precisamente lejano de inmigración tormentosa, cocola o como se llame, pero de allà, del África negra, como los haitianos...!.
¡Suelten ya a Kunta Quinte, dejen a ese infelìz, terminò la trata negrera...!.
¡Oh negros contra negros...!.
¡Oh malditas fronteras, maldita la ley de los còdigos que expresaba Balaguer, post Trujillo; malditos tecnicismos legales que no matan con fusil ni bayoneta, peor aun, como dijo Màximo Gòmez ante el cadàver de su hijo ``Panchito``: ``No es arrancar la flor lo que duele, màs me hiere que la estrujen...``.
¡No maten tanta dignidad, como dirìa Jesùs, ustedes, sepulcros ``blanqueados``, miren la viga de sus propios ojos y organicemosnos como dominicanos que tambièn cruzamos fronteras y no todo lo que vendemos es bueno...!!!!.
Me duele el pueblo haitiano porque precisamente sus vìctimas son los que ponen sus pies renegridos en nuestro lado, cruzando una maldita frontera llena de tratados y de sangre. Con niños haitianos juguè a las canicas con semillas del mate, cuando en los tiempos de la industria nacional azucarera eran contratados sus padres para cortar la caña. Hoy llegan en peores condiciones, ilegales, para pagarles menos, beneficiándose con esa ilegalidad polìticos y militares; aquellos que se ufanan de una infraestructura manchada de insalubridad patriòtica.
¿Por què esta vez tenga la ley que ser retroactiva?.
¿Por què no reivindican a Trujillo y ``El Corte``, quien por lo menos arrancò de raìz la flor antes que estrujar su dignidad?.
¿Por què no se van màs atràs, y le quitan el brillo a la primera espada de la llamada restauraciòn de la Repùblica, sì, a Gregorio Luperòn, hijo de la haitiana Nicolasa Duperòn (con D), a Ulises Hereaux Leberth, hijo del haitiano Daxa Hereaux, marino mercante, y de la ex esclava Josefa Leberth, de la colonia francesa, y a todos los que de una manera u otra buscaron el favor haitiano, con el aval de Francia, para combatir a los españoles...?.
¡Cuidado señores de la Junta Central Electoral y del Tribunal Superior Electoral y Tribunal Constitucional, y otras instancias jurìdicas del Estado, que entre ustedes hay un pasado no precisamente lejano de inmigración tormentosa, cocola o como se llame, pero de allà, del África negra, como los haitianos...!.
¡Suelten ya a Kunta Quinte, dejen a ese infelìz, terminò la trata negrera...!.
¡Oh negros contra negros...!.
¡Oh malditas fronteras, maldita la ley de los còdigos que expresaba Balaguer, post Trujillo; malditos tecnicismos legales que no matan con fusil ni bayoneta, peor aun, como dijo Màximo Gòmez ante el cadàver de su hijo ``Panchito``: ``No es arrancar la flor lo que duele, màs me hiere que la estrujen...``.
¡No maten tanta dignidad, como dirìa Jesùs, ustedes, sepulcros ``blanqueados``, miren la viga de sus propios ojos y organicemosnos como dominicanos que tambièn cruzamos fronteras y no todo lo que vendemos es bueno...!!!!.